Mujer Montaña

Todas las personas tenemos en nuestro interior una troupe de personajes, que configuran nuestro ego y que actúan diferentes papeles en nuestra vida. Uno es trágico, otro peleón, unos mandan y otros obedecen… Y es que el ego es como un perro al que sacamos a pasear con orgullo, con pereza, con envidia de los otros, con miedo, a veces; éste puede tirar de nosotras o por el contrario tenemos que arrastrarlo.
Pero al igual que con un animal podemos “adiestrarlo” y en el mejor de los casos ponerlo a nuestro servicio.
Y en esas estoy, ha aparecido o mejor dicho, va configurándose dentro de mí, una nueva figura, un nuevo personaje: la mujer montaña; una mujer sin ojos para distraerse con lo de fuera, sin boca para seducir o enmarañar desde la cabeza y sin manos que intenten conquistar nuevos territorios sino apoyadas plácidamente en sus pechos, como si toda la tarea estuviera ya hecha y sólo quedará una actitud de receptividad y paciencia.
Sólo cuerpo, sólo unas grandes mamas para alimentarme, sólo unas piernas fuertes que me sostienen y un gran vientre donde recogerme. Ha llegado, como una buena madre cuando entra a la habitación de su hijo por la noche y le observa con todo su amor, en la quietud del silencio y de la noche que éste atraviesa. Y desde ahí le voy dando espacio para que me habite, para que me nutra, para que me sostenga en esta noche que dura más de lo esperado.
Thanks for your blog, nice to read. Do not stop.