El sentido de este esquema no es más que proporcionar un hilo conductor a la experiencia, así como proponer una fuente de estímulos analógicos y creativos, un entramado sobre el que ir abordando la vivencia puntual del grupo.
A grandes rasgos, el abordaje creativo del “AGRICULTOR/A” (Tierra/sensación), se basa en el desarrollo de la capacidad de sentir lo obvio, de amplificar la conciencia corporal, así como la percepción del entorno desde la posición de arraigamiento, de auto-apoyo (Muladhara significa precisamente “raíz“); el sentido común sería aquí definitivo: lo que yo soy, lo que yo tengo, lo que yo hago (artesano), así como el respeto y aceptación del ciclo de la naturaleza y del ciclo organísmico, inseparables desde la visión gestáltica pero en pugna desde la voluntariedad neurótica. Aquello de “no empujar el río, que fluye solo“, se corresponde con esta actitud del agricultor que hace lo suyo y deja el resto en manos de “dios“, desarrollando una paciencia antiegoica (no confundir con resignación) y una confianza en la naturaleza. Del mecanismo neurótico de la introyección rescatamos aquí su aspecto creativo, la tradición, del que ya hemos hablado y que está tomado en el mismo sentido en que Jung hablaba de inconsciente colectivo: como representación de la sabiduría del tiempo. Podemos hacer una revisión creativa de las raíces y los orígenes, recuperando la sabiduría heredada más allá de actitudes reactivas, como el aprendiz de artesano que respeta el saber tradicional. Dado el énfasis gestáltico en el presente, este aspecto rescata algo del pasado en su sentido más fructífero.
El abordaje creativo del “NAVEGANTE” (agua/emoción) desarrolla la capacidad del gusto (en el más amplio sentido de la palabra), el riesgo de viajar, de explorar nuevas cosas, de navegar hacia dentro de uno mismo/a y de intercambiar con lo de fuera (comerciante); Svadhisthana es el centro sexual, conectado con la exploración del deseo y de la sensualidad. La curiosidad y el déficit son los motores para salir a buscar afuera lo que nos falta. La proyección se convierte en conocimiento tras hacer el camino de reapropiársela, siempre a posteriori. Como señala Naranjo: “No es bueno creer que el pájaro azul está en nuestro patio trasero, necesitamos buscarlo hasta que lleguemos a conocerlo por completo“, lo cual señala el proceso paradójico del viaje. Este enfoque creativo de la proyección como conocimiento supone reconocer tanto nuestras carencias como nuestras mercancías para poder comerciar (al estilo del tradicional trueque) con el otro. La situación grupal favorece el juego de espejos y la abundancia de pantallas donde proyectar. Cada viajero, al conocer otras tierras y otras gentes, acaba encontrándose consigo mismo como nos recuerdan tantas aventuras literarias.
El abordaje creativo del “GUERRERO/A” (fuego/intelecto) desarrolla la conciencia de estar alerta y el sentido de la impecabilidad de nuestros actos. El chakra Manipura rige el sentido de la vista, y, por extensión, la clarividencia mental, la sustancia ígnea que resplandece y penetra todas las cosas. En este sentido asocio fuego e intelecto, al contrario de la tradición esotérica que relaciona el fuego con lo espiritual y el aire con lo mental. La retroflexión se convierte aquí en disciplina para disolver la tendencia egóica a la distracción y a la inconsciencia así como para desarrollar la fortaleza interior ante las pruebas de la vida. El guerrero/a se disciplina en la atención, en la observación neutral del mundo, en el desapego de la emoción (sin reprimirla), en el sostenimiento esforzado de la tarea… aspectos todos ellos que complementan la fluidez del oficio anterior.
El abordaje creativo del “GUÍA” (aire/espiritualidad) desarrolla la conciencia trascendente, la desidentificación con el ego como autoconcepto, a través de la superación de los dualismos disociadores; el chakra Anahata rige el centro físico y místico del hombre, la conciencia del yo vital (Atman). Confluir es una fijación neurótica de algo sano y natural en todos nosotros: la trascendencia, la entrega en otras manos más grandes que nos da una visión menos estrecha de las situaciones y nos permite vivencias amorosas, artísticas y contemplativas de otra cualidad interior. Este oficio remite al concepto de guía interno que muchos enfoques humanistas y transpersonales visualizan como el viejo sabio que nos aconseja desde un lugar no condicionado de nosotros mismos/as y que Perls nombraba como sabiduría organísmica (autorregulación) a la que abandonarse confiadamente.
Ilustración Alex Herrerías