Trauma obstétrico. El cuerpo violado y su repercusión transgeneracional. Abordaje integral del trauma I.
Imparte Gabriella Bianco
26 y 27 de enero. Viernes de 17 a 21, sábado de 10 a 20.
Trauma obstétrico.
La experiencia de dar a luz a una criatura representa sin duda uno de los acontecimientos más trascendentes de la vida reproductiva y sexual de la mujer que atraviesa la experiencia de maternidad con y por su propio cuerpo, involucrando su mente, sus emociones y su espíritu.
Algunas mujeres viven el parto o la cesárea como una experiencia traumática y/o como una re- traumatización. Estudios recientes desde los ámbitos de las neurociencias y de la Salud Primal apuntan a que el impacto psicológico de un parto traumático tiene consecuencias relevantes en la salud (mental) de la madre y del bebé, muy especialmente en la calidad del vínculo afectivo, pilar fundamental para la construcción de un apego seguro y sano.
El cuerpo violado y su repercusión transgeneracional.
El trauma psicológico sufrido por mano de otro ser humano deja su huella no solamente en nuestra psique, sino también a nivel físico, emocional y espiritual creando un caldo de cultivo para el desarrollo de síntomas que vienen a representar solamente la punta del iceberg. Las víctimas y sus familiares no son conscientes de que el trauma influirá en sus vidas mucho después del evento traumático. La historia nos enseña que el silencio no hace más que perpetuar la herencia sombría que el trauma deja a nivel transgeneracional. Hijas, hijos y nietos cargan con ella sin tener –en muchos casos- ninguna referencia directa a los sucesos que sufrieron madres, padres y/o abuelos.
Abordaje integral del trauma I.
Integrar los conocimientos sobre trauma a la labor psicoterapéutica que realizamos habitualmente requiere tiempo, paciencia y reflexión. Proponemos abordar las secuelas del trauma psicológico de forma arte-sanal, integrando elementos que puedan acoger delicadamente a la persona herida en su integridad y complejidad. Por la rendija que permita la herida será necesario brindar la savia adecuada en el momento oportuno, trabajando desde el cuidado, la apertura y recomposición del cuerpo físico, así como desde la reparación de la dignidad, la autoimagen y la autoconfianza para que la persona recupere la motivación por la vida y pueda construir un nuevo puente sólido desde su mundo interno hacia el otro y todo el mundo exterior. La sanación del alma requiere de nuevos aspectos simbólicos y alquímicos para nutrir la necesaria resiliencia y propiciar un posible crecimiento post-traumático. Para todo ello se emplearán herramientas corporales, gestálticas, congnitivas y del lenguaje artístico en su más amplio abanico, así como de recursos arquetípicos y simbólicos que faciliten la integración y la transformación del Ser.
Regulación emocional y mindfulness.
Imparte Javier Elcarte
16 y 17 de febrero. Viernes de 17 a 21, sábado de 10 a 14.
Lo que somos, nuestro “yo” psicológico es siempre el resultante de nuestro carácter biológico, genético y de nuestras experiencias de vida, desde la propia gestación en el vientre materno hasta la edad adulta.
Este esfuerzo adaptativo, irá moldeando nuestro cerebro a un nivel neuro biológico, a la vez que conformando nuestra personalidad psicológica, nuestro “interprete” de la realidad que ya nos acompañará hasta el fin de nuestros días.
Biología, tipo de apego y experiencias traumáticas conforman este triángulo único y definitivo que subyace en nuestra conducta y percepción de la realidad. Dicho de otro modo, nuestra respuesta perceptiva y emocional viene predeterminada por estos factores de fondo y se manifestará tanto a nivel sensorial, como emocional y cognitivo.
A la hora de abordar el trauma psicológico, a veces nos olvidamos de esta realidad y de que el paciente, aunque entienda nuestros consejos, o incluso sea capaz de conectar con la herida, no siempre es capaz de sostenerse en dicha conexión, siendo desbordado nuevamente por la vivencia traumática, es decir retraumatizándose.
Llevar al paciente a la experiencia dolorosa no siempre es garantía de integración si la persona no es capaz de sostenerse en la vorágine emocional que dicho viaje implica.
Es decir, todos estamos de acuerdo en que la gestión o la regulación emocional son la base de cualquier abordaje en trauma.
Y es aquí donde, nuestra experiencia en meditación durante años y de mindfulness en la actualidad nos ha llevado a desarrollar lo que denominamos mindfulness terapéutico que implica la integración del mindfulness en la regulación emocional y por ende en el acto terapéutico con trauma.
Según la neurobiología interpersonal de Daniel Siegel, la práctica de mindfulness o atención plena desarrolla precisamente el área del cerebro prefrontal medial que lidia con la regulación emocional, responsable de recoger, modelar e integrar el disparo amigdalino de angustia y/o miedo. De alguna manera estamos ampliando la ventana de tolerancia de nuestra capacidad de absorber las emociones derivadas de nuestras experiencias dolorosas de vida. Herramienta, por tanto, neuro biológicamente hablando incluso, básica e insustituible para que el paciente pueda reprocesar funcionalmente lo que en su día no pudo por desborde emocional, bloqueo, evitación o disociación.
En este curso profundizaremos en las bondades de la utilización del mindfulness en la regulación emocional, en un contexto terapéutico de restauración de apego e integración del trauma.